Para filtrar el aire de aspiración, es frecuente que se utilicen filtros secos de papel y el aire pasa por ellos. Las partículas de suciedad contenidas ahí son retenidas por una superficie de poros finos. Si en un filtro de aire hay un exceso de suciedad, el flujo de aire baja y, con ello, el rendimiento del motor. Por este motivo, los filtros de aire deberían renovarse regularmente. No obstante, en la práctica se intenta muchas veces alargar los intervalos de cambio mediante una limpieza. Para ver la efectividad de las limpiezas, las hemos probado en el ejemplo de un filtro de aire para cosechadora.
La prueba
El filtro de aire, que en estado nuevo pesa 3,395 kg, se desmontó tras cuatro días de trabajo con un peso de 4,245 kg. Es decir, el filtro retuvo 0,85 kg de suciedad. Al sacudir el filtro, obtenemos 412 g de suciedad. Si lo soplamos, podemos aumentar esa cantidad hasta 668 g. Por tanto, tras utilizar ambos métodos queda suciedad en el filtro, lo que reduce el flujo de aire.
Además, estos métodos de limpieza comportan riesgos:
el filtro puede deformarse al sacudirlo, de forma que ya no selle correctamente y el aire sin filtrar pueda penetrar en el motor.Al realizar el soplado, existe peligro de que se formen pequeñas fisuras u orificios en el papel de filtración. Además, se destruye la estructura de poros finos de dicho papel. Esto hace que el filtro ya no puedaretener la suciedad y el flujo de aire se reduzca debido al medio filtrante comprimido. Como consecuencia, se dan pérdidas de potencia. En el peor de los casos, el papel de filtración se rasga debido a la mayor presión diferencial en el filtro.